martes, 19 de diciembre de 2017

Final Fantasy III

Final Fantasy III fue el segundo de la serie en no ver tierras occidentales hasta hace muy poco, en 2006, en la portátil Nintendo DS. Siendo un juego tan desconocido en nuestro mercado, no ha tenido tiempo de ganarse los corazones de los jugadores como otros títulos. Ahora tenemos la oportunidad de mirar atrás y ver si su banda sonora es una joya oculta o si es más una piedra en el zapato.

Nota: Todos los títulos de las canciones están sacados del disco Final Fantasy III: Original Sound Version. Algunos temas, por falta de relevancia u otras razones, podrían quedarse fuera y sin mencionar. Puede que haya spoilers de juegos de la saga. 

Prelude

Fiel a la tradición de mantener la melodía de apertura, Final Fantasy III se abre de forma muy tradicional, aunque con una clara mejora desde el primer Prelude que se hizo. Aquí suena no sólo más refinado y dulce, sino que además es un poco más lento y apacible que en Final Fantasy II, algo que sintoniza muy bien con el resto del juego. ¿Por qué? Hagamos un repaso rápido.

Cuatro héroes (niños) sin nombre son elegidos por el cristal del viento para devolver el equilibrio al mundo. Durante el viaje, los Guerreros de la Luz conocen aliados, rincones, historias y hasta llegan a toparse con los Guerreros de la Oscuridad, fuerzas opuestas a ellos que ayudan a mantener el equilibrio. Con mucha tierra y mar por explorar, este juego resulta mucho más enfocado a la idea del viaje que ninguno de los anteriores. El hecho de que los héroes sean especialmente jóvenes y de que vivan situaciones variadas refuerza la noción de que no es un periplo a la antigua usanza sino que sea más un intento de conexión con el mundo que los rodea; dicho de otro modo, para tener éxito tienen que entender e interactuar con su entorno. Cavernas ocultas con premios y tesoros subrayan aún más esa idea, que invita al jugador a comprometerse más con búsquedas alternativas. De este modo, Final Fantasy III se asemeja un poco más a un cuento o fábula que a una gran épica romántica. Ni Crystal Cave ni Crystal Room, dos de las primeras melodías que se oyen en el juego se esfuerzan en disimular ese particular toque serio dentro de su desenfado. Son ambos temas para marcar el tono más que temas memorables, aunque no por ello suenan mal. También Opening Theme suena más amable que en Final Fantasy. Estos temas que abren el juego y la banda sonora realmente nos están recibiendo de forma bastante cómoda (no hay grandes riesgos en la composición por ahora) pero cálida, algo que personalmente me parece estupendo, tanto en el sentido de que una historia no tiene por qué ser enorme en escala, como en el sentido de que es de agradecer ser recibido de forma afable en un terreno nuevo y hostil.

My Home Town

A pesar de que pueda parecer un juego menor, sobre todo si alguien está acostumbrado a las grandes épicas modernas (como podrían ser Xenoblade Chronicles, Tales of SymphoniaThe Legend of Zelda: Breath of the Wild o el propio Final Fantasy XIII), Final Fantasy III se toma a sí mismo bastante en serio, y creo que una prueba de ello está en la elaboración de una banda sonora más amplia que se adapta a la historia. Un ejemplo está en las músicas de pueblo, de que hay hasta siete. Las diferencias entre ellos son enormes: los hay más tranquilos, como el manso pueblo de los canales (Amur - Town of Water); los hay más juguetones, como el pueblo de los enanos (Tozas - Cute Little Tozas), y los hay más serios, como Salonia (Salonia). Aunque los que más suenan son el del primer pueblo, Ur (My Home Town), y el conocido tema relacionado con los castillos (Return of the Warrior). Cada uno cuenta una historia diferente, y aunque no todos sean grandes temas, ponen un toque de color a la aventura, que es precisamente lo que lo distingue de las historias tan serias de otros juegos. Final Fantasy IX beberá mucho de esto y se llevará todos los méritos de juego más tranquilo, de disfrutar del viaje, de juego de cuento, pero realmente no inventó nada a esos niveles.

Las músicas de mazmorra ya tenían la costumbre de representar un punto concreto del mapa (o estaban de camino hacia ello) en anteriores juegos, y obviamente siguieron con esta tendencia en la tercera entrega. Este grupo incluye los siguientes temas: Dungeon, The Way to the Top, Shrine of Nept, Tower of Owen, Castle of Hain, Forbidden Land, The Crystal Tower The Dark Crystals. Tras reescucharlos todos un par de veces he caído en la cuenta de una cosa: no sólo son bastante diferentes entre sí (lo que da vida al juego y al mundo), sino que además tienen bastante personalidad. Pensaba darles un notable bajo por dar pinceladas de color al mundo, pero he de reconocer que si bien algunos pueden sonar un poco simples o insulsos (Dungeon o Castle of Hain por ejemplo), y sin ser realmente espectaculares, son en general muy buenos. The Way to the Top nos marca pasos ligeros y constantes por el monte, Shrine of Nept es extraño (no encuentro mejor palabra), Tower of Owen tiende a lo siniestro, y Forbidden Land es directo y animado (pero serio). Creo que representan bastante bien el lugar al que están dedicados y aunque se recuerde más The Crystal Tower (bien por ser la mazmorra final, bien por haber salido en las sagas Dissidia y Theatrhythm entre otros), esos temas cumplen perfectamente la función que la música de videojuegos debe tener: acompañar y potenciar el juego y las emociones que nos provoca. Notable alto.

Battle 1

Músicas de batalla, desgraciadamente, no añadieron mucho más, conque nos quedamos sólo con tres. Y digo "desgraciadamente" porque suenan bastante bien. Battle 1 suena animada, desenvuelta... Muy correcta y muy "como tiene que sonar" dentro del estilo propio de Final Fantasy III. Battle 2, que también salió en las sagas Dissidia y Theatrhythm, es la más conocida de las dos, y pronto se ve por qué. Es la versión más arriesgada de entre ellas, además de ser más agitada y de tener más vida y matiz. No en vano es la música de las batallas con jefes. Battle 1 recibió un cover en uno de los míticos discos de The Black Mages, The Black Mages II: The Skies Above (The Rocking Grounds), pero Battle 2 ha salido en más juegos y se ha expuesto más al público general, con lo que a todo hay que añadirle además la fama.

This Is the Last Battle

Con un nombre que puede parecer tan tonto pero que también puede parecer tan heroico, mi absoluta preferida de las músicas de batalla de la trilogía de NES es This Is the Last Battle, "ésta es la última batalla", el primer auténtico tema de jefe final, dedicado a Cloud of Darkness. A veces también se le llama Last Battle o Battle to the Death y a veces aparece dividido en dos, en tres o compilado en un único tema. Personalmente, me gusta considerarlo como una pieza única para que el crescendo previo le dé ese extra de sabor e intriga. No sólo me parece inquietante y desafiante sino que además va cambiando por fases y le da un dinamismo muy interesante, y todo dentro del tono "menos serio" (estoy seguro que hoy se le llamaría cartoon o casi hasta anime) del juego. La pega es que se repite mucho y es algo que quizás le puede quitar algunos puntos. No obstante, me parece una composición estupenda y sobre todo si es la primera que se da en exclusiva a un jefe final o gran antagonista.

Este tema es sin duda uno de los grandes clásicos de Final Fantasy III y prueba de ello es la gran cantidad de versiones que se le han hecho. Quitándonos de en medio la versión de Dissidia primero (la de Theatrythm es la misma que la versión de Final Fantasy III de DS), están la curiosa visión de Chocobo Racing (el circuito correspondiente -Fantasia- también merece la pena una ojeada) y la exquisita remezcla de los The Black Mages llamada KURAYAMINOKUMO, una auténtica preciosidad de versión, mucho más agresiva y llena de matices, color y vida. No puedo asegurarlo porque fue hace mucho, pero creo que fue después de escuchar esta versión cuando me terminé de enganchar a la canción y a considerarla por encima de Battle Theme 2 de Final Fantasy II dentro de la trilogía NES. Si bien KURAYAMINOKUMO, del disco The Black Mages III: Darkness and Starlight, me parece una auténtica maravilla, los tres discos de The Black Mages son piezas imprescindibles en la colección de todo amante de la música de Final Fantasy ya que revisitan y revitalizan canciones tan clásicas como ésta y además gozan todas las composiciones del visto bueno de Nobuo Uematsu, integrante del grupo ya disuelto hace más de siete años.

Eternal Wind

Enlazando con la anterior canción, voy a a provechar para presentar los grandes clásicos del juego, dentro de los que está sin duda la melancólica pero placentera Eternal Wind, el tema del mapa del mundo. Mucha gente preferirá la bellísima y tristísima Terra (o Terra's Theme) de Final Fantasy VI, pero no se puede desmerecer o menospreciar aquella composición; es más, no es justo comparar las dos siquiera. Eternal Wind es un tema bastante más tranquilo y nos invita a disfrutar del viaje y a ponderar sobre la generalidad de las cosas, del origen, del destino... aunque siempre dentro de la idea de viaje y siempre relacionada con el movimiento, como el del aire al que se homenajea en el título. Terra es, por otro lado, un acto macabro: te expone a una melodía poco tranquilizante, desoladora y cada vez que sube el tono, lo acaba por bajar. Incluso cuando deja de sonar la flauta y parece más esperanzadora, ésta siempre acaba por volver y retomar el ritmo inicial. Personalmente lo interpreto como un signo de inexorabilidad de la desgracia, algo parcialmente real en el juego, y por lo que yo lo interpreto como algo macabro, porque nos obliga a mirar como la desdicha inunda el mundo. Y en ese sentido, ambas son igual de buenas en lo que hacen. En Final Fantasy III muere gente, pero su sacrificio no se pretende como una gran tragedia (como sí lo era en Final Fantasy II y como lo sería en Final Fantasy VI), mas sí invita a explorar y ver el mundo y pensar (como muchos pensamos mientras un tren o un coche nos lleva por un paisaje) en aspectos más profundos de nuestras vidas. Del mismo modo, Final Fantasy VI no es un viaje para descubrirnos a nosotros y nuestra relación con el mundo sino la tremenda tragedia antes mencionada donde todo queda arrasado, donde vemos a gente intentar suicidarse, donde una acción tuya puede llevar a la muerte directa de una persona y donde a algunos de los protagonistas se les acaban las fuerzas para luchar y se apartan. Mi intención con este párrafo no es tanto comparar sino reivindicar que hay esplendor fuera de las grandes tragedias y grandes producciones y no por ello se pierde significado o fuerza.

The Boundless Ocean es otra de las canciones que salen mucho al hablar de la música de Final Fantasy III, y tal y como su nombre indica, habla del mar, pero de una forma un tanto hipnótica. El romanticismo que envuelve el mar y la vida en él viene de lejos. El sonido del agua, desde olas hasta riachuelos, engancha. Incluso hay gente que echa de menos alejarse y vivir lejos de él. Yo mismo soy de los que se asoma al muro de un puerto o a un acantilado y se queda absorto durante horas mirando y escuchando. Quizás por eso esta melodía resuene tanto en mí, porque me hace ver un paisaje marino, aunque cabe reconocer que dista de la calidad de Eternal Wind y puede no ser tan fiel teniendo en cuenta que desde un barco (como pasa en el juego) no se ve el mar del mismo modo que desde tierra firme. Y sin salir del tema acuático, no puedo no mencionar un tema aún más conocido, Elia, the Maiden of Water, que acompaña el encuentro y la partida de Elia, la chica que abre el camino al cristal del agua. Es un tema suave, que se adapta bien a los momentos en los que suena, pero que creo que está mal pensado. Me explico. Elia es un personaje clave para la historia porque te ayuda a activar el cristal, pero el tiempo que pasas con ella es mínimo. Literalmente no hay ningún sitio al que ir hasta que ella te presta toda su ayuda, momentos antes de su repentina muerte. Le han dado ciertos honores (como ser la única ayudante en salir en el vídeo introductorio de la versión de DS, o la de ser el primer personaje de la saga en tener un tema propio entre otros), pero se quedan diluidos en la rapidez con la que viene y se va. Me da la sensación de que ella podría haber tenido un peso mayor pero se quedó atrás, y es un poco lo que siento con su canción: creo que se queda en una mínima parte de lo que podría haber sido si se le hubiera dedicado un poco más de mimo.

Afortunadamente, Let Me Know the Truth nos trae de vuelta al sonido cuidado e infundido de significado. Comienza con esos ecos misteriosos y en seguida pasa a una melodía inquieta que me recuerda a una hoja movida por el viento. No obstante, tal y como pasa con Terra, vuelve a los ecos, y algo me dice que hay cosas que no sabemos, que estamos frente a alguien que oculta más de lo que deja ver. Alguien sabio e inesperado espera al jugador en la cueva de Doga, dos álguienes aliados de hecho: Doga y Unei, a quien el jugador inicialmente reniega combatir. Entre lucha y lucha, los ecos resuenan como puntos suspensivos justo después de que algo horrible haya pasado.

The Everlasting World

Dividida a veces en tres partes, The Everlasting World empieza suave para pasar a un tono frenético y acabar con una mezcla de viento y percusión no sin antes darle un repaso a Prelude. Cada parte funciona mejor suelta que conjuntas, sobre todo porque cada pieza no encaja con las demás y se unen con breves momentos de silencio. De entre todas las partes, creo que las que mejor suenan son la primera, la más suave, acaso por seguir la tendencia del juego, y la cortísima revisión de Prelude, valga la redundancia, que sin cambiar nada lo cambia todo.

No quería acabar sin mencionar Chocobos!, que tampoco innova pero sí ofrece una perspectiva un poco más salvaje que Final Fantasy II, algo que sinceramente agradezco mucho por la vitalidad y naturalidad que da a la mascota. Lo considero un pasito limitado pero bueno.

VALORACIÓN FINAL

En conclusión, la banda sonora de Final Fantasy III va muy acorde al juego y su ambientación. Quizás los diálogos no eran los mejores, ni la historia la más conocida, ni los encuentros los más memorables, pero quien quiere ver más allá podrá descubrir un mundo de sonidos agradables y bonitos que tienen además mucho que decir, algo que refleja el juego en sí. E incluso en el caso de querer quedarse con la historia y los personajes, hay un intento de dar profundidad a través de los mencionados diálogos, algo que no se daba antes, y giros como la batalla y muerte de Doga y Unei dotan de personalidad un mundo propio que, hablando en plata, tiene menos explosiones pero es igual de bueno. La propia Cloud of Darkness, la Nube de Oscuridad, es un ente filosóficamente fascinante, de nuevo, para quien quiera mirar.

Al escuchar de nuevo la banda sonora me parece imposible no ponerla por encima de las dos anteriores entregas, a pesar de que no tenga tantos picos de genialidad como tuvo el primer juego, ya que la media es sólida y cumple perfectamente el cometido de acompañar y potenciar la historia. Y si todavía no estáis convencidos, os invito a que leáis este mismo artículo AQUÍ con la banda sonora de la versión de DS. Una delicia musical que no se debe perder.

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